El Viernes mi telefono suena estrepitosamente, al otro lado de la linea está Cesar Augusto y me lanza el siguiente comentario:
- Vamonos a Valparaiso mañana?
- Ya! - le digo yo.
Y asi fue como ese mismo dia en la noche, nos juntamos a beber y preparar todos los pertrechos necesarios para nuestra aventura en la Galia Celtica, tierra de lo que considerabamos hasta ese momento, barbaros.
Despunto el alba y marchamos por la Via Apia, dejamos atras las paredes del centro del mundo civilizado y nos lanzamos a la conquista de la provincia.
Una vez que llegamos a tierras barbaras, nos dirigimos al centro politico de su aldea más importante, el edificio del Congreso, o como sabriamos despues que le llamaban los aldeanos:
La Cueva de Alí Baba y los 140 Ladrones. Nos sorprendio su arquitectura, muy elaborada y ciertamente avanzada, pero de muy mal gusto. El gusto de la plebe nunca ha sido gusto de nobles, y eso se explica por si mismo. Continuamos con nuestra andadura, hasta que recibimos una señal de los dioses, dandonos su protección y fortuna.
Seguimos adelante mas resueltos y decididos que nunca, nada ni nadie se interpondria en nuestro camino, dejamos atras las bestias y nos internamos a pie en lo mas denso de sus aldeas y bosques, gracias a que somos cuidadanos del Imperio y a que viajaba nada menos que con El Cesar, no tuvimos hasta ese momento ningun tipo de dificultad con salteadores, bandidos o guerreros tribales.
De pronto recibimos otra señal, esta vez de Poseidon, por lo que decidimos dirigirnos hacia la costa, sabiendo que algo importante nos esperaba alli.
Una vez que llegamos a la costa, nos encaminamos al Puerto, examinamos su rutina y charlamos con las aldeanas, que notablemente manejaban muy bien nuestro idioma, y cumplimos con los protocolos de rigor, esto es un intercambio, para que notaran que estabamos en paz y luego nos encaminamos a una suerte de embarcadero, bastante precario y primitivo, unas escalinatas que acababan en el mar.
Nos trepamos a un Bajel, que tenia una tripulacion de lo mas diversa, y entre esos, un pirata devenido en interprete, con el cual podiamos comunicarnos y que gentilemente, nos hacia indicaciones a cambio de unas simples monedas.
Una vez que estamos en el mar, alejados de la costa gala, es que vemos unas criaturas marinas sorprendentes, protectores tal vez de Eubea, la morada de Poseidon. La prudencia recomendaba volver a tierra, para no perder el favor de los dioses ni violentar a las mitologicas criaturas. Regresamos a la costa cuanto antes y aprovechamos de viantar, llevabamos mucho tiempo sin consumir ningun tipo de alimento y debiamos conservar nuestras fuerzas intactas, porque teniamos como meta, comprobar si realmente de los pueblos de las galias, los mas valientes eran los belgas.
Nos adentramos en la llanura, hasta llegar a un lugar con unas pequeñas lomas y construcciones muy rusticas, debido quizas, a que como se les conoce por su bravura, no tengan mas virtud que la fuerza bruta.
Tierra curiosa, llena de construcciones, recovecos y unas suertes de callejuelas. De pronto, efectivamente conocemos a uno de sus jefes guerreros, hombre parco, de una envergadura regular, de ceño fruncido y mucha fealdad, estaba pintado completo de verde, al igual que dos de sus capitanes que lo acompañaban. Portaba una suerte de vara, con la cual ejercia la fuerza y la autoridad. Cuando noto que eramos romanos y que su investidura y poder no surtia el efecto esperado en nosotros, es que desiste recurrir a la fuerza, tal vez prevenido de ante mano, que los Legionarios jamas rehuimos el combate y poseemos toda suerte de tecnicas e ingenios destructivos.
Una vez que estos curiosos guerreros se marchan, es que decidimos volver a la Galia Celtica, motivados por un rumor que hablaba de una aldea muy avanzada, que emanaba su poder y sabiduria a las comarcas cercanas.
Efectivamente, dimos con la aldea y conocimos uno de los inventos más elaborados jamas desarrollados por hombre alguno. Tecnologia que por si sola era comparable a lo mas notable de Roma. Un ingenio mecanico con forma de serpiente, hecho de laminas de metal y cristal, que se abria camino por debajo de la tierra.
Presas de una curiosidad inmensa, es que luego de cerciorarnos que esta bestia mecanica no era mortifera y que la gente en su interior no moria, es que ingresamos a ella espadas en mano. Una simple medida de precaucion.
Dentro de la bestia es que esta comenzo a moverse en linea recta, y se mete en las entrañas mismas de la tierra, lugar temible, oscuro y con espectros que de cuando en cuando hacian su aparicion en el exterior, no sabemos si eran condenados y estabamos viajando a traves del Hades o eran simples fantasmagorias de la misma tierra.
No sentimos ningun miedo en nuestro recorrido por tan inverosimil lugar, dejamos en alto el nombre de nuestra querida y sin par, Legio XX Valeria Victrix.
Una vez que nos hartamos de recorrer las entrañas de la tierra, decidimos salir de esta singular serpiente mecanica y compartir nuestras impresiones acerca del viaje, los barbaros y especialmente, sus mujeres. El camino de vuelta a Roma fue de lo más grato, porque teniamos mucho de que conversar y tomar notas, ademas, puedo afirmar con certeza, que el sacerdote de las torres, con sus hechizos y brebajes, nos dio la mejor de las fortunas, ya que cuando iniciamos la ruta de regreso, vimos un acontecimiento celestial, el eclipse lunar.
Los Dioses hablan claro a traves de sus señales, El Cesar debe conquistar las Galias y someterlas bajo su poder y proteccion.
-Romani quidem artem amatoriam invenerunt-